9 mar 2009

Novela negra, en verso.

Hoy es mi día de suerte.

Sintiéndome mal pagada al ser usada
rebusco monedas para mi sustento.
Piedras deslumbrantes encuentro,
sin recapacitar me las agencio.
dejándole en el catre durmiendo.
Salgo por piernas al aeropuerto.

Freno, pienso: no es eso mi sustento
debo cambiarlas por euros sueltos.
Me dirijo a un antro de podrido aliento.
El usurero cuatro perras quiere darme
acepto con ira y lamento.
Saliendo del tugurio, maldigo mi suerte,
llega el hombre que controla mi sustento.
De una hostia al garito me devuelve.
Pregunta por los brillos que he robado.
Rotunda niego y reniego del maldito cliente.


Interroga al usurero para girar su suerte.
Zarandeándolo con vigor desmedido
entre sus manos su vida desvanece.
Asustado y aturdido cree clavar su puñal en mi vientre.
Sale despavorido a buscar su serenidad en un pico.
Sin comprobar que mi cuerpo mal iluminado
no era ese el bulto arremetido.

Rauda y veloz,
recojo las piedras de mi suerte,
y el dinero esparcido.
Salgo en busca del camino,
con prisas por llegar a mi destino.
Subiendo al avión con paso firme
me siento la estrella de la pista.

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