28 mar 2009

Mi madre… dulce legado.

La veo allí en su butaca,

cabizbaja, callada,

ausente , sin alma presente,

posada como muñeca dañada.

.

Intuye mi presencia

cambia su semblante.

Con turbia mirada

me imagina y adivina.

.

En su asiento se yergue,

despierta, crece, rejuvenece,

retoma el aliento.

se borra el aburrimiento.

.

Yo feliz ante su mirada,

con sonrisa amplia,

dulce y sosegada

la acaricio con ternura.

.

Saboreo esos momentos,

henchida de emoción

por tener esa madre

que es la esencia de mi vida.

.

Con el corazón encogido,

sin mostrar mi desconsuelo,

disfruto agradecida

del último tramo de su vida.

.

26 de marzo 2009

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