16 mar 2009

Entralazadas mi madre y yo

.


Tendía su mano y encontraba la mía.
La suya temblorosa e insegura,
la mía firme y serena, la acogía.
Su mirada agradecida
por la serenidad que la envolvía.
Yo conmovida,
la miraba con lágrimas contenidas.
Con suaves caricias, sus ojos revivían.
Con dulces sonrisas, sonreía.
Juntando nuestras manos
viajábamos por los puertos vividos.

Los recuerdos unían nuestros mundos,
los sentimientos nuestras almas.
Suspirábamos divertidas
viéndonos en el río de la vida.
Juntando nuestras manos
tranquilizábamos el corazón.
Invadidas por la ternura
nos mirábamos con dulzura y amor.

Mayo 2008

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