3 nov 2010

¡Qué pena da!


No comprende nada,
se pierde.
No ve lo que mira,
no entiende lo que oye,
se confunde con lo que siente.

Todo es burlesco,
le invaden sombras
con sonidos grotescos,
ve la danza de espectros
como en un sueño cruel.

Unos días baja,
se hunde en el pozo.
Otros mira hacía arriba
y algo de luz vislumbra.
Se alegra de verla,
pero al poco
se desespera con ella
porque le trae cordura,
nota quien es,
a donde va y cómo.

Entonces llora,
lágrimas de angustia,
que le generan tristeza,
impotencia y desesperación.

Sentada en su silla,
sin más compañía
que su dolor,
me doblega,
se lleva mi corazón.

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