Ante la pregunta de si sólo debes “escribir sobre lo que sabes”, yo contestaría: NO, que puedes hacerlo sobre todo aquello que te apetezca escribir, investigar o imaginar.
De todas formas “el qué sabemos” es algo que nos puede sorprender cuando nos ponemos frente el papel y dejamos fluir la información que llevamos dentro. Somos esponjas de nuestro entorno, de las artes, de las emociones. Recibimos constantemente información visual y oral; hasta la trasmitida por nuestros sueños y anhelos puede enriquecer un escrito fantástico, romántico, intimista o terrorífico, todo estará plasmado bajo nuestro prisma, bajo nuestra percepción de la vida y eso le dará la identidad a nuestra creación.
El espíritu creativo te invita a eso, a confeccionar historias, a exponer tu sensibilidad, tu imaginación, tu frialdad, ironía, bondad o bajos instintos.
Claro, también soy partidaria de usar el material que tenemos al alcance para documentarnos con lo que creamos necesario para nuestra obra literaria. Aunque con o sin esos instrumentos, estoy convencida de que quien tiene la inquietud por escribir, con un papel y un lápiz tiene bastante.
Seguro que puedes sentirte un rey o un pulpo si no te falta imaginación y sensibilidad, que en definitiva es lo que necesitamos para vaciar nuestras entrañas, vivir mundos e ilusiones reales o fantásticas, incluso sentado desde la comodidad de una silla.
23 de enero de 2009
De todas formas “el qué sabemos” es algo que nos puede sorprender cuando nos ponemos frente el papel y dejamos fluir la información que llevamos dentro. Somos esponjas de nuestro entorno, de las artes, de las emociones. Recibimos constantemente información visual y oral; hasta la trasmitida por nuestros sueños y anhelos puede enriquecer un escrito fantástico, romántico, intimista o terrorífico, todo estará plasmado bajo nuestro prisma, bajo nuestra percepción de la vida y eso le dará la identidad a nuestra creación.
El espíritu creativo te invita a eso, a confeccionar historias, a exponer tu sensibilidad, tu imaginación, tu frialdad, ironía, bondad o bajos instintos.
Claro, también soy partidaria de usar el material que tenemos al alcance para documentarnos con lo que creamos necesario para nuestra obra literaria. Aunque con o sin esos instrumentos, estoy convencida de que quien tiene la inquietud por escribir, con un papel y un lápiz tiene bastante.
Seguro que puedes sentirte un rey o un pulpo si no te falta imaginación y sensibilidad, que en definitiva es lo que necesitamos para vaciar nuestras entrañas, vivir mundos e ilusiones reales o fantásticas, incluso sentado desde la comodidad de una silla.
23 de enero de 2009
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